“En el resto de mi artículo, si la memoria no me engaña, expongo la idea de que todos los legisladores y guías de la humanidad, empezando por los más antiguos y terminando por Licurgo, Solón, Mahoma, Napoleón, etcétera; todos, hasta los más recientes, han sido criminales, ya que al promulgar nuevas leyes violaban las antiguas, que habían sido observadas fielmente por la sociedad y transmitidas de generación en generación, y también porque esos hombres no retrocedieron ante los derramamientos de sangre (de sangre inocente y a veces heroicamente derramada para defender las antiguas leyes), por poca que fuese la utilidad que obtuvieran de ello.”
“Mi opinión es que los hombres pueden dividirse, en general y de acuerdo con el orden de la misma naturaleza, en dos categorías: una inferior, la de los individuos ordinarios, es decir, el rebaño cuya única misión es reproducir seres semejantes a ellos, y otra superior, la de los verdaderos hombres, que se complacen en dejar oír en su medio palabras nuevas”.
La neurastenia aunada a la misantropía en ascenso desde su concepción, se presenta como un principio inmaculador para la autopreservación en un entorno totalmente hostil, en que se busca la validación de uno mismo ante el desgarro que genera el abismo de pasar desapercibido en la marea que eleva burgueses y arroja miseros bohemios taciturnos. De esta manera es como surgen tales citas anteriores que emanan de la psique del personaje principal; Rodion Romanovich Raskolnikov.
La perenne desgracia de la Rusia Zarista del S. XIX, prolongaba etapas narcisistas en negación con su proceder dócil y afable, en esa intermitente búsqueda de un fin superior surge una discontinuidad incesante en el pensamiento, lo cual impide mantener el sano juicio ante la sanidad que delimita los márgenes de una sociedad corrompida. “Nadie ha venido. Es la sangre que cuaja en ti. Cuando no tiene salida se cuaja y no delira, tienes alucinaciones…Vas a comer?”
¿Es acaso pero que los locos disparatan siempre? Mientras Raskolnikov pierde el sentido de las cosas que lo rodean y desvaría, tiene un fin el cual lo empuja hacia una instancia expiatoria, esto lo mantiene cuerdo y aun atado a una estaca a tierra. El martirio de los miserables se convertía en el medio resiliente para salir a flote en el mar del “sinsentido de la vida”. Sin embargo, todo este vaivén de sentimientos e ideas interpoladas, interponen conclusiones apresuradas que conducen hacia irascibles destinos una vez asumidos; ¿el derramamiento de sangre justifica a los hombres que conducen al mundo? Pero ante el incesante manar en el mundo de los hombres unidimensionales y ordinarios, ¿qué otro camino es por el que puede transitar el hombre nuevo cuando las opiniones están divididas por el orgullo y la codicia? (Incluso ante la que el mismo se encuentra inmerso).
Hay un proverbio ruso que sentencia: “Si levantáis muchas liebres a la vez, no cazareis ninguna”. Comienza el delirio, et nihil humanum, hay una vela sin rumbo que se alza, ante la ofuscación que oprime el alma y el hambre que imita la acción en el estómago con repercusiones en la claridad cristalina del pensamiento (Como si estos no estuviesen sesgados), hay quien “Tiene delante de si el canal, el matrimonio o el embrutecimiento”. Empero es una persona de esta índole en la que alguien que busca consuelo pueda ampararse para redimirse, tal como instruye la guía mental de Rodia. Una inocente y benévola mujer que se prostituye para mantener económicamente a su familia, es su piadoso subterfugio. Entonces, ¿en qué se funda la cogitación? ¿Según la clase social que motiva la socialización? “¿No tenemos nosotros intereses sociales, o es que somos demasiado honrados para engañarnos unos a otros?” Lo importante es adivinar en qué sentido esta desarrollado el hombre.
Entre la histeria, neuroticismo y la depravación, el habitus reificado de la familia la fuerza emancipadora del presente, es decir que se presenta como un documento de valía dentro de la pirámide social pero que solo existe en el imaginario de quien lo percibe. Pesa bastante el compromiso social por mantener la fachada en el entorno circundante por una cuestión de formalismos y evitar el desclase. (Léase “La presentación de la persona en la vida cotidiana” de Erving Goffman). Sin embargo, extrapolando esta situación a tres siglos de distancia, es decir el nuestro, la situación es tal que el orgullo todavía se preserva en causa del honor de ascendencia, más que de la acción y legado propio.
En una mente retorcida los males menores casi siempre justifican fines mayores autoproclamados, en otras ocasiones se busca en el sufrimiento ajeno un alivio a los pesares; peculiar forma de catarsis. La frustración y la necesidad, factores que fatales en combinación, conducen al individuo más allá que autojustificarse en sus faltas a buscar fuentes de regocijo y empoderamiento que no pueden ser obtenidas por la vía común e instantánea; a partir de este punto es que operan como una forma de redención, de asumir el poder, de ser Napoleón. Por ejemplo, la superación de Raskolnikov paralelo al detrimento de las condiciones de su familia, lo acechaba hasta tal instancia de buscar un punto de fuga instantáneo. Aunque de todas formas esta era una de las tantas formas de buscar su valía; a través del asesinato. No obstante, se justifica en figuras históricas que cometieron crímenes para llevar adelante revoluciones y no caer así en el rol de “asesino común y corriente”.
Al final de cuentas, la lógica del siniestro en el S. XIX de la Rusia Zarista esta preestablecido; “Además, nadie la creería. ¿Qué explicación puede tener que una joven vaya sola a visitar a un hombre soltero? O sea que, si usted se decidiese a sacrificar a su hermano, sería inútil, porque no podría probar nada. Una violación es sumamente difícil de demostrar.” Los seres allegados siempre ven una imagen de prolijidad sobre cualquier hecho demostrable o aún implícito, el orgullo enardece en fulgor el sistema de creencias de cualquier personas inclusive cuando esto vaya en contra de su propio bienestar, la redención llega a último momento para ser recorrida por un agitado camino que solo puede sobrellevado mediante la inmersión analítica en autocontrol (Estoicismo).
(De cierta manera, la situación a posteriori fue oportuna para allanar el camino hacia la expiación, debido a la aplicación de la teoría moderna de la alienación temporal; que es la lógica de la psicología criminal con la que se busca explicar los actos de ciertos criminales).
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